La última vez que vi al arquitecto Antonio Toca fue hace más de un año en los pasillos de la revista para la que ambos colaborábamos, él como columnista, claro, y yo como editora adjunta.
Con toda puntualidad el arquitecto entregaba sus opiniones mensualmente. Las últimas colaboraciones que recibí antes de que la editorial decidiera cerrar la versión impresa de la revista y liquidara al equipo expresaban su preocupación eterna: la ciudad.
Arquitecto y urbanista, académico, profesor de muchas generaciones, no perdía oportunidad para referirse a la urgente necesidad de descentralizar la carga que agobiaba a la Ciudad de México y la necesidad de establecer sus límites y reencausar las utopías que permitieran planear con más acierto las urbes.
En uno de sus libros, Arquitectura en México, que se terminó de escribir en 1996, planteaba ideas que ya eran urgentes entonces, las que, por cierto, la Cuarta Transformación vendió como vanguardia pero que no ha podido cumplir a cabalidad.
Toca planteaba como una disyuntiva para la futura evolución del país la “desconcentración para que los beneficios sean repartidos de manera más equitativa”, aunque a diferencia del actual gobierno tenía claro que además de desconcentrar la actividades de la Ciudad de México, trasladando algunas secretarías a otras regiones, era “conveniente” hacerlo también con el poder político.
Pero el arquitecto tenía claro que los extremos siempre son riesgosos, por eso también escribió: “El poder centralizado conduce a la tiranía y el disperso, al surgimiento de numerosos caciques”.
Las alternativa que vislumbraba para la planeación urbana en el país consistía en dejar de privilegiar a la Ciudad de México y apoyar el desarrollo en el resto de la nación.
Hacia ciudades compactas
En sus columna planteaba además que el mayor problema urbano en puerta era lograr que las ciudades fueran más compactas, seguras y sustentables.
La razón se la daban los números realizados a nivel global, pues las ciudades compactas, de acuerdo con organismos internacionales como la ONU, logran reducir hasta en un 90% las emisiones contaminantes. No hay que olvidar, aunque la pandemia gané en el debate público, que el mundo también está frente a una emergencia climática.
Para el arquitecto Antonio Toca, quien tenía la humildad y la sabiduría de reaprender el presente, el gobierno actual podría aplicar acciones que mejoraran la calidad de vida en el tema ambiental.
Entre esas acciones señalaba la necesidad de estimular la generación de energías renovables, reducir el consumo energético de los edificios, el transporte y los procesos de fabricación —al eficientar su operación y mantenimiento—, y promover el financiamiento público y privado, para la realización de obras y programas con esos objetivos.
Con la experiencia que otorga el tiempo, el arquitecto Antonio Toca también planteó la necesidad de “un proyecto y una esperanza”, para que la sociedad avanzara, pues sin ellos se corre el riesgo de paralizarse, por miedo al futuro o por un presente que se ha traducido en desigualdad extrema.
Y alertó que el problema para la supervivencia de la humanidad era tendencia destructiva de la especie, evidenciada en la irracionalidad de la producción y el consumo, y en las tecnologías aplicadas sin un “análisis previo de sus nefastas consecuencias”.
El arquitecto pensaba que estamos en el momento de ejercer “una racionalidad productiva” capaz de proteger los recursos naturales y la supervivencia de las especies, incluyendo la humana.
Desde su profesión vislumbraba la contribución en esa enorme tarea: “El avance de esa utopía se tendrá que hacer visible en los objetos simbólicos, en la arquitectura, y en el mayor de los artefactos: la ciudad”.
Gracias por sus ideas, arquitecto. Hoy, desde esta nueva trinchera que es HabitarMX, sitio que nace a la manera de una utopía, la necesaria para seguir de pie, lamentamos su ausencia y le rendimos honor con sus ideas. Descanse en paz.