Más metro

A casi siete años de su anuncio, fue puesta en operación la extensión de la Línea 2 del Metro de Monterrey.

Finalmente, después de 11 años se puso en operación la extensión de la Línea 2 del Metro de Monterrey. Felicidades a los usuarios que se verán beneficiados con la ampliación de este servicio y felicidades a todos los que se esforzaron para que este proyecto fuera realidad.

En 2010 se actualizó el Plan Maestro del Metro y se hicieron los estudios para la estructuración técnica, legal y financiera de la nueva línea; en junio de 2012 se aprobaron los primeros $1,100 mdp (Fonadin, a fondo perdido) y a mitad de 2014 empezaron los trabajos de construcción.

Casi siete años después, con una inversión del orden de los $10,000 millones de pesos, inició operaciones. Empieza con una oferta reducida, todavía no llega la totalidad de los carros, sin rutas alimentadoras y con la expectativa de sólo 116,000 ascensos.

Insisto, que bueno que ya está trabajando, seguramente los problemas iniciales se irán resolviendo y esperamos que en los próximos meses se liciten y entren en servicio las rutas alimentadoras, sólo así podríamos acercarnos a los beneficios sociales que debería generar este proyecto.

Pero más allá de los beneficios esperados, pocos o muchos, en medio de la más profunda crisis del sistema de transporte público de Monterrey, vale la pena preguntarse ¿es este el modelo que debemos seguir?, ¿tiene sentido invertir tantos recursos para tan pocos viajes?, ¿este tipo de obras nos va a sacar del problema? Ya me explico.

Hace poco más de seis años, cuando se inició la construcción de la Línea 3, el transporte público movía 3 millones de viajes (34% del total) con 34 kilómetros de metro y unos 5,500 autobuses. Mientras se construía la Línea 3, Metrorrey dejo de crecer en términos de demanda servida y la flota de autobuses se hizo chiquita, hoy sólo hay del orden de 2,800-3,000 unidades en servicio; el porcentaje de viajes que se mueven en transporte público es del 18% y con el metro apenas llega al 20%, la demanda servida andará en el orden de los 2 millones de viajes por día.

En síntesis, mientras se construía la Línea 3, el sistema de transporte público perdió cerca de 1 millón de viajes y, si las estimaciones son certeras, cuando estén en servicio todos los nuevos carros podríamos esperar sumar –recuperar, atraer, subir– 116,000 viajes adicionales. Pero para volver a niveles de 2015 faltarían por ahí de 800,000 o 900,000 viajes adicionales.

¿Hay otros proyectos o servicios más eficientes, social y financieramente hablando? Sí, por supuesto, mencionaré sólo dos ejemplos: corredores BRT y un sistema de bicicletas públicas. Con ese mismo dinero se podrían hacer cuatro o cinco “ecovías” (aún con todos sus problemas) y un sistema de bicicletas públicas, la demanda servida sería seis o siete veces más grande que la que se espera en la Línea 3.

Pero bueno, a lo hecho pecho, hay que licitar las alimentadoras, resolver los problemas iniciales y replantear la política tarifaria del Sistema Metro.

Por otro lado –reto para los candidatos a todos los cargos– hay que repensar la manera de hacer ciudad y movilidad. El problema en que nos metimos es tan grande que no se va a resolver con concreto, ni con carros y tampoco por la tradicional y obsoleta idea de que un aumento de tarifa es igual a más autobuses y mejores servicios.

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Invisibles o ciegos

El censo 2020 nos ofrece la posibilidad de afinar la puntería en políticas públicas o, de plano, confrontar preconcepciones.

Por Moisés López Cantú

Qué bonito es lo bonito, dice una expresión popular. Qué bonitos son los números digo yo, tan bonitos que hasta hay número áureo y números imaginarios. Desafortunadamente, a pesar de su belleza y poder, a veces no sirven para nada.

A veces los números son invisibles o quienes los ven son, somos, ciegos.

El censo de 2020 nos ofrece algunos ejemplos: el número de viviendas deshabitadas, el número de personas con algún tipo de discapacidad y el número de viviendas en donde hay, cuando menos, una bicicleta que se usa como medio de transporte.

Según el censo, ya somos 5.78 millones de habitantes en Nuevo León, hay más de 2 millones de viviendas y 382,005 están deshabitadas, 18.7% del total. De qué nos sirve conocer el dato; hasta hoy de nada, no tenemos una política pública orientada al aprovechamiento de ese activo. Si se asume un valor bajo, digamos de $500,000 pesos, el valor total del activo sería casi dos veces el presupuesto de todo el estado o, si se quiere, lo suficiente para vacunar tres veces, contra el Covid, todo México.

En Nuevo León, 806,079 personas tienen algún tipo de discapacidad con limitación en la actividad cotidiana (14%) y un 5.6% tiene limitaciones para caminar, subir, bajar o ver, aun utilizando lentes. La pregunta obligada ¿Podríamos aspirar a que, cuando menos, el 6% de los presupuestos públicos se destina para remediar o mitigar los efectos de estas discapacidades o limitaciones en el espacio público y servicios para la movilidad?

Dicen que en Nuevo León no hay ciclistas, que porque hace mucho calor, y que por eso no se debe invertir en ciclovías. El Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable (PIMUS) del Área Metropolitana de Monterrey (AMM) dice que –a pesar del calor– el 19% de los viajes se hacen caminando y que el 0.8% en bicicleta, eso es más o menos 90,400 viajes diarios. 

Pero el censo 2020 dice que en Nuevo León el 42% de las viviendas ocupadas no disponen de ningún vehículo motorizado (viviendas en cochelandia, pero sin coche) y que hay 190,686 viviendas que tienen, cuando menos, una bicicleta que se usa como medio de transporte. Si nos atenemos al promedio de viajes por habitante (2.2 según el PIMUS) en Nuevo León se harían, cuando menos, 419,509 viajes en bicicleta todos los días. 

¿Son los ciclistas invisibles o el resto de nosotros ciegos? ¿Qué tantos son 419,509 viajes diarios en bicicleta? Bueno, son muchos más de los que se mueven en el Metro de Monterrey, y como tres veces el número de personas que pasan por la joya de la corona de la infraestructura para los autos en Monterrey (Gonzalitos) en un día típico.

Por eso digo, qué bonitos son los números y que inútiles pueden llegar a ser.

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