Voxel es un prototipo de edificio ecológico, construido con maderas naturales en el parque natural de Collserola, en Barcelona, ideado como una solución arquitectónica para el confinamiento a causa del COVID-19.
El prototipo se realizó a partir de una investigación sobre la transformación ecológica de la madera como material estructural, térmico y constructivo, procedente de la gestión forestal sostenible, y su capacidad de almacenar CO2 en los edificios.
En la construcción de Voxel además se usó la técnica japonesa Shou Sugi Ban, que consiste en quemar la madera, para protegerla de una forma sostenible, es decir sin químicos ni resinas. Este proceso da a la madera resistencia ante agentes atmosféricos, humedad, moho y parásitos.
Voxel fue desarrollado por estudiantes e investigadores del Máster en Edificios Ecológicos Avanzados y Biociudades (MAEBB) del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), en Valldaura Labs, bajo la dirección de Daniel Ibáñez y Vicente Guallart.
También participaron especialistas en diversas disciplinas, como el experto en energía Oscar Aceves, en agua Jochen Scheerer, y los arquitectos Elena Orte y Guillermo Sevillano entre otros.
Voxel se construyó en sólo cinco meses, e hizo del bosque de Collserola, Barcelona, el hogar de un proyecto ambicioso en el ámbito de la arquitectura ecológica.
Las bondades de la madera contralaminada
The Voxel, o píxel volumétrico, es una cabaña de madera contralaminada estructural (CLT), de 16 metros cuadrados. Hecha de pino carrasco (Pinus halepensis) que se fresó, secó, procesó y prensó in situ.
Toda la madera utilizada en el proyecto se extrajo en un radio de menos de un kilómetro desde el lugar de construcción.
El proyecto es una respuesta al interés por impulsar una nueva generación de edificios ecológicos con madera contralaminada estructural (CLT), que está llamada a ser un material fundamental para construir edificios que combaten el cambio climático.
A partir de un plan de gestión sostenible se puede obtener un cierto volumen forestal de Collserola cada año, con el fin de fomentar el crecimiento de árboles más pequeños y la biodiversidad, dado que la biomasa forestal crece cada año un 3%, y los árboles en crecimiento son los que absorben más CO2.
Cada lámina de cada panel fue rastreada y localizada, para asegurar que todos los elemento de madera de la casa puedan ser rastreado con precisión hasta el punto de conocer de qué árbol exacto provienen.
Para suministrar la materia prima del proyecto, se talaron 40 pinos, los que se cortaron en tablas de 3 cm. Se dejaron secar durante tres meses. Posteriormente fueron procesadas en cientos de láminas de pino.
Cada una de esas láminas se codificó en una secuencia específica, se etiquetó y se prensó en más de 30 paneles estructurales de CLT que se ensamblaron en un cubo.
Cuando las tablas de pino son procesadas en bruto para obtener láminas perfectamente rectangulares, el borde orgánico de la tabla suele desperdiciarse, por lo que se ideó la manera de evitar esto.
Reimaginando el ciclo lineal de selección y eliminación de material en una forma más circular, “los recortes se convirtieron en una fachada que muestra la complejidad orgánica del árbol, que suele quedar oculta en la mayoría de las construcciones de madera”, pero en Voxel no, explica el IAAC en un comunicado.
Los paneles se unieron sin metal, con juntas de solapamiento y tacos de madera, inspirados en el compromiso de utilizar materiales menos intensivos en carbono.
La estructura se envolvió en una capa de aislamiento de corcho y se montó con una serie de paneles de protección contra la lluvia, hechos con material de desecho, creado durante el proceso de producción de CLT.
El techo de la cabaña contiene una serie de jardineras, con juntas fresadas con maquinaria de control numérico por ordenador (CNC), sin tornillos ni pegamento, que sostienen una variedad de plantas locales y canalizan el agua de lluvia hacia un tanque de recolección, situado debajo, de la estructura.