Con 55% de la población mundial viviendo en urbes, según ONU Hábitat, y con estas como epicentros de la pandemia de covid-19, la arquitectura y el urbanismo se encuentran en una encrucijada.
El covid-19 ha demostrado la importancia de la salud humana en los entornos urbanos, las viviendas y las oficinas. Así, el confinamiento recurrente nos obliga a replantear las premisas sobre las que construimos los espacios. Por ejemplo, con un gran número de personas alrededor del mundo realizando home office, las viviendas y las oficinas se convertirán en espacios flexibles, más seguros y cómodos, pero sobre todo saludables.
Entre los cambios más inmediatos veremos un auge de materiales fáciles de limpiar y con propiedades antisépticas; también se priorizará la implementación de sistemas controlados por voz o reconocimiento facial para evitar el contacto con las superficies.
En el sector residencial, probablemente, veamos el regreso de los recibidores, que servirán como estaciones de desinfección y para el guardado de zapatos; o simplemente para atender visitas cortas; así como la incorporación de espacios para el trabajo y la escuela. También se privilegiarán los espacios abiertos como terrazas, balcones y roof gardens debido a la necesidad de los seres humanos de conectar de manera emocional con el exterior.
Estas tendencias, sin duda, representarán un desafío para las empresas inmobiliarias, que tendrán que optimizar el suelo escaso sin impactar considerablemente los precios para no afectar las ventas.
Asimismo, es probable que plazas de propiedad vacacional comiencen a experimentar un incremento en la demanda ante un interés de los consumidores por viviendas con mayores espacios, precios más competitivos y localidades con atractivos como bosques o playas.
En el caso de las oficinas, el paradigma también cambió. En el corto plazo, se pasó de privilegiar los espacios abiertos y las áreas comunes para la interacción entre los colaboradores a reconfigurar el diseño para garantizar la sana distancia y la mayoría de ellas estarán funcionando en un esquema híbrido.
Sin embargo, a largo plazo los desafíos son mayores. Por ejemplo, durante décadas los edificios se han diseñado con un sello de aire hermético para maximizar la eficiencia energética; sin embargo, ahora se requieren opciones que permitan incorporar la ventilación natural sin que ello implique un incremento en el consumo energético.
En el ámbito urbano también se requerirán nuevas políticas públicas orientadas al desarrollo de ciudades más limpias y más caminables.
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